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Impresoras en 3D

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Las impresoras 3D llevan la fábrica a casa (2)

¿Para qué sirve?

Tras participar en el desarrollo de Organovo, Andras Forgacs fundó Modern Meadow. La misma idea con diferente objetivo: reproducir carne, pero para consumo humano. Esta start-up, que de momento ha financiado el filántropo Peter Thiel con 350.000 dólares (265.000 euros), pretende imprimir hamburguesas, aunque en una primera etapa se contenta con cueros de animales. Forgacs pretende, antes que acabar con el hambre, salvar al mundo de su destrucción medioambiental. La empresa recuerda que para producir una hamburguesa se necesitan 189 litros de agua y 22 metros cuadrados de terreno. El padre de Forgacs, el doctor Gabor, explicaba en una de las conferencias TEDx que no se trataba de reproducir carne de plástico. “No es carne sintética, es carne auténtica porque está hecha de sus mismas células. Creo que la mejor palabra sería vitrocarne”.


Las impresoras 3D llevan la fábrica a casa


Modern Meadow promete pieles para el próximo año, pues la estructura molecular de sus células es bastante más simple que la muscular. Para la carne no hay fechas, aunque según algunos cálculos para lograrla se necesitaría una inversión de más de cien millones de euros y, de momento, no cuentan ni con medio millón.

Las investigaciones médicas tienen más respaldo financiero, público y privado, lo que redunda en unos avances para la investigación, pero también para la tecnología 3D. Hace un mes NanoLabs Parabon anunció el desarrollo de un fármaco para combatir un cáncer cerebral mortal. El fármaco fue impreso con una técnica de autoensamblaje del ADN; un programa informático de arrastrar y soltar diseñó el ADN.

“Lo que diferencia a nuestra nanotecnología de otras es la rapidez y la precisión”, explicó Steven Armentrout, de la norteamericana National Science Foundation. “Podemos imprimir, molécula por molécula, el componente que queramos en cuestión de semanas y, a veces, de días, a la medida del paciente”.

Si se logran con 3D medicinas individualizadas al tumor de cada persona mucho más sencillo será enviar a la impresora de casa las recetas médicas para que se conviertan en aspirinas. Y de la botica a la droga. Los carteles ya no tendrán que horadar más la frontera de Río Grande para pasar la droga. Adiós a mulas y camellos. Bastará con colocar en Internet el diseño del último éxtasis para que, con una clave, se bajen el material en destino con la sola ayuda de una impresora 3D. ¿Y el pago? El pago, con la moneda virtual Bitcoin —totalmente al margen de vigilancia y autoridad monetaria—. Para lo bueno y para malo, la fabricación casera será en 3D.

En noviembre, la revista tecnológica Wired se quedó sin su director. Chris Anderson se ha ido a dirigir 3D Robotics. En medio publicó el libro Fabricantes: La próxima revolución industrial. “En pocos años se venderán en los supermercados millones de impresoras 3D. Costarán 99 dólares (74,7 euros) y cualquiera podrá tener una. Con ellas, las fábricas volverán a los hogares”.

Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/01/03/actualidad/1357237189_855799.html


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